viernes, agosto 05, 2011

Sin título

Esto lo escribí el 31 de Marzo de 2006 en un cuaderno perdido... no recuerdo cual era el ejercicio.
Me gustó.

La cebra se había pasado toda aquella tarde de verano en la planicie de la sabana y había estado buscando una peculiar y suculenta flor que crecía por esos rumbos, sin divisar ninguna.
Al cansarse de tanto caminar, pensó en buscar a su manada y recostarse bajo un árbol.
De pronto, a 5 metros delante diviso una muy pequeña flor de aquellas que estaba buscando y rápidamente se acerco para comerla.
--¡Perdóname la vida!¡Perdóname la vida!-- Gritó la pequeña florecilla-- ¡Soy tan pequeña. Déjame vivir y al final del verano podrás comerme y darte un buen festín.
La cebra reflexiono sobre la proposición y mejor decidió dejarla vivir.
Pasado el tiempo, al final del verano, cuando la comida empezaba a escasear, la cebra recordó la flor y fue a buscarla.
Y ahí estaba, casi marchita, llegando la flor la vio y le dijo: --Ahora puedes comerme, mi vida casi termina y ahora seré más suculenta y nutritiva.--
Así la cebra la comió, guardando energía para el invierno que se avecinaba.

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