miércoles, mayo 12, 2010

La vida, una película pero más larga


“La vida es como una película, (chula), solo que más larga y por lo mismo más dolorosa” (La vida secreta de Angélica María, Zapata, 59). Seguramente en alguna ocasión hemos sentido que nuestra vida es una película; al igual que la vida, las películas tienen siempre un principio y un fin, la vida empieza al nacer y termina al morir. Es normal que nuestra vida pueda ser contada a través de historias, en realidad, si lo queremos ver así, la vida de cada uno de nosotros es una gran historia y particularmente, cada quien se dedica a narrar, de diferentes maneras, esa vida, esa historia. “La narrativa es una de las maneras en que se organiza el conocimiento; aunque siempre pensé que era la forma más importante de transmitirlo y recibirlo. Ahora ya no me parece tan cierto; pero mi afán por la creación narrativa nunca ha disminuido, y el hambre por ella es tan penetrante como lo fue en el monte Sinaí, en el Viacrucis o en medio de la ciénaga” Toni Morrison (Arte cinematográfico, Bordwell, Thompson; 59).

Actualmente uno de los medios con los que más estamos en contacto es el cine, que utiliza cierto lenguaje (ya muy interiorizado por todos) que nos ayudan a “leer” los acontecimientos que tienen lugar en la pantalla; tomando en cuenta lo anterior, no es raro que tendamos a trasladar este lenguaje a nuestra vida cotidiana y en casos muy específicos podemos encontrarlo (excelentemente bien logrado) en narrativas escritas como lo es el libro de Luis Zapata La hermana secreta de Angélica María; en este libro el autor logra transmitirnos esta paralelidad entre su historia y el arte cinematográfico como tal, a través de excelentes descripciones en donde el lenguaje de la pantalla se introduce muy acertadamente: “La vida es pocas veces una superproducción. La mayor parte del tiempo no deja de transcurrir dentro de los modestos márgenes de una película serie B” (pág. 101).

Sin embargo a pesar de que podríamos dejar la reflexión al nivel únicamente de la novela, es posible adentrarnos más en este planteamiento y tratar de situarnos dentro de nuestra vida cotidiana. Claramente Zapata no es el primero en proponer la vida como una “puesta en escena”, después de todo la palabra ‘persona’ viene del griego ‘careta’ o ‘mascara’(http://culturitalia.uibk.ac.at/hispanoteca/Foro-preguntas/ARCHIVO-Foro/Persona.htm); uno de los autores que profundiza en estas ideas es Erving Goffman, sociólogo que establece que lo que presentamos ante los demás es siempre un actuación que nos ayudara a llegar a ciertos fines (siendo el más común de todos, ser aceptados por la sociedad): “Cuando el individuo se presenta ante otros, su actuación tenderá a incorporar y ejemplificar los valores oficialmente acreditados por la sociedad” (Goffman, s/n). Así en cada persona existen diferentes máscaras, diferentes personajes, diferentes facetas del uno mismo y una actuación determinada dependerá de la situación y del publico ante el que se encuentre; a lo largo de la obra de Zapata no solo conocemos tres personajes que son parte de la misma persona sino que vemos diferentes facetas de estos personajes enfatizados, por ejemplo, en los diferentes nombres de Alba María: Karma María, Nalga María, Rabia María, etc.

Por otro lado, dentro de la gran demanda cinematográfica podemos encontrar finales tristes y finales felices; se podría decir que no importa el final mientras la película cumpla su función de entretenernos pero esto sería una afirmación carente de fundamento. Es muy subjetivo que nos agraden ciertos tipos de finales, en mi opinión pudiera decir que los finales fatales tienden a quedar más grabados en nuestra memoria (probablemente se deba a que no son los más comunes de ver); y también me atrevería decir que la mayoría de las veces buscamos finales felices en el cine. Nuestra vida solo es vida, como muchas otras, (en algunas ocasiones) vamos al cine a recolectar esperanzas; si nuestra vida fuera más interesante que las películas, iríamos menos al cien y viviríamos más la vida (en teoría).

Es necesario conectar que, si al inicio de este ensayo planteaba que trasladamos lo que vemos en el cine a nuestra vida cotidiana se podría decir que en nuestra vida cotidiana, comúnmente, buscamos nuestro final de película, anhelamos la felicidad: la dificultad no está hecha para nosotros y como final último de nuestra vida visualizamos “la felicidad”. Al respecto Estanislao Zuleta en su documento “Elogio de la dificultad” (texto altamente recomendable) nos dice: “La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiesta de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad (concepto muchas veces sacado de medios de comunicación como el cine). Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y, por tanto, también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes.” El autor establece a grandes rasgos que deseamos mal (deseamos una vida de película, o por lo menos un final), vida (o final) que a la larga no tenemos, lo que hasta cierto punto nos hace vivir frustrados.

El cine, como herramienta de comunicación y entretenimiento es una herramienta extremadamente poderosa: desde mi punto de vista depende del uso que nosotros, como espectadores, y esperemos que algún día como creadores, le demos; el cine puede ser un espejo, una ventana o puede ser incluso un medio de denuncia. Sin embargo, aún cuando amo el cine como medio y como fenómeno, no me atrevería a decir que el cine es mejor que la vida, la vida siempre será vida: en la vida tienes oportunidad de fracasar, de trabajar, de tener “una relación humana inquietante y compleja” (Estanislao Zuleta), de luchar, de correr peligros, de dar vueltas inesperadas y no caer en situaciones predecibles, en fin de vivir y morir. Si, al final de todo la película se acaba, la muerte, como seres humanos nos llega, pero para el espectador y para nosotros mismos lo más importante es lo que pase entre estos dos acontecimientos. Si queremos que nuestra vida sea una “buena película” dependerá de nosotros como protagonistas, de las acciones que llevemos a cabo como tales y de los personajes que dejemos entrar en nuestra historia.

Bibliografía:


Ensayo entregado para la materia de Taler de Narración,
Maestra Lorena Campos Moiron
el 24 de Marzo del 2010.
Angela Prince Guerrero

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